La radiación solar encierra graves peligros para la salud humana, por lo que los deportistas deben extremar precauciones en verano.
Dr. Mauricio Purto
El comienzo del verano impone una práctica deportiva cautelosa. Más allá de su calor, la radiación solar puede afectar a los deportistas. Un mínimo cuidado puede establecer la gran diferencia entre un deportista que gana o que sólo logra terminar una competencia, o francamente enferma al punto de sufrir un síncope.
La radiación solar ultravioleta es un parámetro ambiental que incide al afectar el rendimiento y la salud de los deportistas. Éstos, más irradiados que la población sedentaria por su exposición al sol durante sus prácticas al aire libre, deben protegerse sobre todo por sus efectos degenerativos sobre la piel en el largo plazo.
Sin duda, un hábito solar es importante para la salud. Sin embargo, la dosis hace al veneno. Hay que tener en cuenta que la carga de radiación es proporcional al tiempo de exposición al sol. Cuando el sol está pericenital, entre las 11 y las 15 horas, recibimos la mayor exposición a radiación solar.
Las más agresivos son los rayos ultravioleta. Estos se clasifican por su longitud en: UvA (de longitud de onda mayor) o UvB (de longitud menor). Estos últimos -absorbidos en los estratos de la epidermis- son, sin duda, los más dañinos. Estas radiaciones son absorbidas por los vapores de agua atmosféricos, los que actúan como filtro, pero éstos no existen en la seca alta montaña, donde la radiación infrarroja abunda. En esos ambientes y en los que están desprovistos de ozono, que actúa también como filtro, el fenómeno radiante se refuerza.
Una dosis excesiva de radiación produce inflamación en la piel, que puede poner en riesgo la vida. Por esto, es necesario usar filtros físicos y químicos.
Publicado el 15/11/2010
Fuente: El Mercurio
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